5 juegos que fomentan la creatividad

Normalmente, cuando los niños juegan no lo hacen para aprender sino que su objetivo es divertirse, pero sin darse cuenta estas actividades permiten que adquieran conocimiento. ¿Por qué ocurre esto? La razón es que los jóvenes aprenden fácilmente en entornos naturales, cuando están distraídos y el cuerpo y la mente se mantienen relajados. Por eso, es muy importante crear situaciones que fomenten la calma y los juegos creativos son una de las opciones más recurrentes para conseguir este propósito. 

Jugar favorece la imaginación de los más pequeños y a través de tareas divertidas se estimulan sus capacidades cognitivas y se favorece el desarrollo de la personalidad. Sin darse cuenta, los niños aprenden a conocerse a sí mismos, descubren cuáles son sus gustos y comienzan a relacionarse fácilmente entre ellos y con otras personas de su entorno. Practicar alguna actividad entretenida con familiares refuerza la relación entre padres e hijos. Es cierto que para conseguir que los jóvenes estén distraídos es muy importante decantarse por la dinámica de juego más adecuada dependiendo de las características y de los gustos que presenten. En el caso de los chicos con síndrome de Down es fundamental hacer hincapié en el lenguaje oral y en las gesticulaciones para que imiten y aprendan a realizar los movimientos.

A continuación, planteamos 5 opciones con las que enseñar a los hijos:

Simular una actividad diaria, como por ejemplo ir al supermercado a hacer la compra. Los niños pueden actuar como tenderos o bien como clientes y decidir qué alimentos son los que quieren comprar. Lo divertido de esta tarea es cambiar los roles todo el rato. Así, tendrán que ayudar a sumar el precio de los alimentos y dar el cambio. Esto ayuda a que los pequeños aprendan a interiorizar situaciones de la vida cotidiana desarrollando su autonomía y, además, comienzan a identificar y a diferenciar los números.

Agrupar animales o colores. Cada vez que el niño coja un animal se le puede enseñar el sonido que hace para que lo imite, lo cual les suele resultar muy gracioso. En el caso de los colores hay que tener mucha paciencia para que, aunque al principio fallen, los muchachos estén relajados y se sientan cómodos y con ganas de volver a intentarlo.

El uso de plastilina. Es un material que se puede utilizar para infinidad de actividades, como por ejemplo, crear diferentes objetos con ayuda de los padres. Cuando los chicos estén acostumbrados serán ellos los que pedirán hacerlo individualmente. Esto refuerza no solo la musculatura de las manos y la autonomía sino la confianza que sienten en sí mismos.

– Otra opción es utilizar una baraja en la que haya dos cartas iguales de cada dibujo y disponerlas boca abajo. El objetivo es estimular la atención y la memoria de los niños por lo que tendrán que darles la vuelta para encontrar las parejas. Para ello, es necesario que intenten recordar en qué lugar se sitúa cada dibujo.

Contar un cuento o una historia y, después, pedirles que hagan un dibujo sobre lo que se les ha leído. Así descubriremos cuáles son los pensamientos y las emociones que les ha causado.

Muchos de estos juegos se pueden realizar a diario a modo de tradición para observar cuál es la evolución de los jovencitos. Lo importante es estar pendientes en todo momento, tener paciencia para explicarles cómo se realiza cada actividad y guiarlos para que la hagan de manera correcta. Siempre tienen que llevarse a cabo en un ambiente relajado que les permita estar tranquilos, disfrutar y dar rienda suelta a la creatividad.