La importancia de la musicoterapia en niños con síndrome de Down
La música es una forma de expresión que fomenta la creatividad y la imaginación, por lo que su uso con fines terapéuticos presenta efectos muy beneficiosos para el desarrollo y la evolución de los chicos.
No es un disparate afirmar que hay jóvenes que lloran con alguna canción o que, por el contrario, experimentan una sensación de alegría plena al escuchar una melodía. La música tiene ese poder, cambia el estado de ánimo fácilmente y afecta en gran medida a las emociones. Por eso, durante los últimos años se ha estudiado su uso con fines terapéuticos en niños con síndrome de Down.
La musicoterapia podría definirse como la utilización de experiencias musicales y de todos sus elementos, tales como el ritmo, el sonido o la armonía, que sirven para fomentar la comunicación, la expresión, las relaciones sociales o el aprendizaje.
Los chicos con síndrome de Down tienen una sensibilidad especial por la música. Además son muy creativos y habitualmente disfrutan en ámbitos en los que se les exige su participación. Por eso, el uso de esta terapia suele tener muchos beneficios para ellos.
En primer lugar, cantar o realizar juegos de expresión rítmica influye en una mejora tanto de la comunicación verbal como de la no verbal. Gracias a la música, encuentran una manera de relacionarse con los demás y de expresar lo que sienten. Esto tiene resultados muy positivos en el ámbito familiar, ya que la relación entre padres e hijos se afianza gracias a una mejora de la comprensión entre ellos.
Además, favorece el desarrollo de la coordinación motriz. Los chicos pueden moverse libremente hasta interiorizar una melodía para, después, probar a ir al ritmo de la música mejorando sus desplazamientos.
La musicoterapia también refuerza la autoestima, ya que cuando los niños aprecian que sus logros están siendo reconocidos se sienten mejor consigo mismos y esto fortalece los rasgos de su personalidad.
Asimismo, crea pautas de conducta y estimula la memoria y la concentración. En las sesiones de musicoterapia una opción muy recurrente es la utilización de la misma canción para dar la bienvenida cada día y para despedirse. Así, los jóvenes comienzan a recordar dicha melodía.
Otro beneficio que provoca es la mejora de la expresión oral y la locución mediante la vocalización. Además, mantiene en calma el ritmo de las funciones respiratorias y cardíacas provocando que los niños se relajen.
A través del uso de instrumentos o de la creación de una melodía propia, esta práctica promueve la creatividad y la imaginación de los jóvenes ayudándoles a liberar toda la energía acumulada. Esto promueve que los chicos se sientan capaces de tomar decisiones y presenten iniciativas propias.
Por tanto, hay que tener en cuenta que el fin de esta terapia no es únicamente enseñar música, sino que gracias a ella se produzcan mejoras que favorezcan el bienestar. Hay niños que a través de esta herramienta descubren que les encanta tocar algún instrumento o que una de sus pasiones es bailar, pero lo más importante son todos los cambios que se producen en el interior ya que permite que los chicos con síndrome de Down se sientan más valorados y adaptados en su entorno y, por tanto, su calidad de vida sea mejor.
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