El autismo en personas con síndrome de Down.

 

Este viernes 2 de abril celebramos en Día Mundial del Autismo, un trastorno psicológico que afecta a miles de personas en nuestro país y que cuenta con una tendencia al alza en los últimos años. Esta fecha, impulsada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, tiene como objetivo principal reconocer y celebrar los derechos de las personas autistas, contribuyendo a la mejora de su calidad de vida, para que puedan llevar una vida plena y gratificante como parte integrante de la sociedad.

El también conocido como trastorno del espectro autista (TEA) se trata de una afección mayoritariamente cerebral, que afecta a la manera en la que una persona percibe y socializa con otras, dificultando la interacción social y la comunicación. El término ’espectro’ hace referencia a un amplio abanico de síntomas y niveles de gravedad.

En el caso de la mayoría de los niños, este es capaz de detectarse en los primeros años de vida. Sin embargo, otros menores pueden llegar a desarrollarse de una forma normal durante los primeros meses o incluso años, pero luego repentinamente se vuelven introvertidos o agresivos, pudiendo incluso llegar perder habilidades del lenguaje ya adquiridas. A pesar de que no hay ninguna causa que determine la aparición del TEA, sí se ha confirmado que la herencia genética tiene una fuerte implicación de origen.

Si bien es cierto que el número de casos de menores autistas es alto, este incrementa considerablemente en aquellas personas con síndrome de Down, ya que está presente entre el 6% y el 12%, una proporción superior respecto a la población general. En los últimos estudios sobre el tema, se ha determinado que, en los próximos años, el 18% de personas con síndrome de Down tendrán también autismo. Esto es grave, ya que compromete de forma significativa el desarrollo y la calidad de vida de estas personas y de su entorno, concretamente el de su familia. A pesar de que la detección de trastorno autista es complicada, un diagnóstico temprano es fundamental para poder realizar las intervenciones necesarias. Una serie de criterios y circunstancias pueden determinar la presencia de TAE nuestro hijo/a:

Causa genética: como se ha mencionado, los genes pueden tener un papel clave en la aparición de este trastorno. En la tercera copia del cromosoma 21, causa principal del SD, se aprecia que algunos de sus genes pueden influir, de forma directa o indirecta, en la producción del trastorno autista. Si a esto le sumamos la presencia de antecedentes, el riesgo aumenta considerablemente.

La aparición de los primeros síntomas puede retrasarse hasta los 5-6 años en los menores síndrome de Down, ya que su desarrollo mental es también más lento. Puede resultar difícil, en un inicio, detectar signos autistas.

Aunque actualmente la información sobre este tema es bastante escasa, si nos basamos en un método empírico, los padres con hijos SD-TCA describen que su hijo empieza a estar más retraído y contrariado, se agarra a ciertos objetos, se obsesiona con comportamientos repetitivos o estereotipados, no participa en el juego y pierde sus habilidades lingüísticas. Sin embargo, muchos casos se quedan sin diagnosticar, ya que puede generarse confusión entre este tipo de conductas y el desarrollo del niño con síndrome de Down más severo.

En definitiva, como ocurre en la mayor parte de enfermedades, un diagnóstico precoz es clave para garantizar una vida digna y adaptada. De esta forma, los padres y familiares entenderán sus necesidades en relación con el ámbito terapéutico y educativo, viendo la necesidad de que se le evalúe y, si es necesario, se le trate.