¿CÓMO AFECTA EL ALZHEIMER A LAS PERSONAS SÍNDROME DE DOWN?

 

El Alzheimer es una de las enfermedades mentales más comunes en nuestro país, responsable de entre un 60 y un 80 por ciento de los casos de demencia en personas de edad avanzada. Esta patología se caracteriza por causar problemas en la memoria, el pensamiento y el comportamiento humano y, aunque suelen desarrollarse con lentitud, el paso del tiempo es su peor enemigo, ya que puede interferir considerablemente en las tareas cotidianas.

Si bien es cierto que las primeras etapas consisten en una perdida leve de memoria, esta empeora con el tiempo, donde las personas pierden la capacidad de mantener una conversación y responder al entorno. Aunque los pacientes con Alzheimer viven un promedio de ocho años después de que los síntomas se vuelven evidentes, la supervivencia puede oscilar entre cuatro y 20 años, dependiendo de la edad y otras afecciones de salud.

En el caso de las personas con síndrome de Down, la presencia de las alteraciones patológicas relacionadas con el Alzheimer, sumadas a la sobreexpresión del gen APP y su condición cromosómica, hacen que exista una estrecha relación entre el síndrome de Down y esta enfermedad. Es innegable que la esperanza de vida en las personas con síndrome de Down ha aumentado espectacularmente en las últimas décadas (desde los 12 años en 1942 a 60 años en 2003). Esto ha hecho que el envejecimiento en este colectivo pueda discurrir entre un periodo sano y sin afecciones demenciales o bien todo lo contrario, siendo la segunda posibilidad la más común. Se estima que la presencia de un cromosoma extra aumenta desde el 9% en las edades entre 35 y 49 años al 18% en las edades entre 50 y 54 años, y al 32% en las edades entre 55 y 59 años, la posibilidad de tener Alzheimer. En caso de aquellas superan los de 65 años de edad, este riesgo incrementa hasta un 90%.

Los instrumentos para detectar la presencia de esta dolencia psicológica en dicho colectivo no coincide con los empleados en el resto de la población. Esto se debe principalmente a que dichas pruebas requieren de una habilidad verbal, atención y otras destrezas de las que pueden carecer algunas personas con síndrome de Down. Por ello, es recomendable prestar especial atención si se presentan conductas como la apatía, irritabilidad, comportamientos agresivos o un aumento en la dependencia. Su importancia aumenta considerablemente cuando puede estar relacionados con casos de depresión o trastornos de ansiedad. Saber diferenciarlo es fundamental, porque el pronóstico y el tratamiento son radicalmente distintos. Por ello, en el momento que notemos que nuestro familiar con síndrome de Down no anda del todo bien anímicamente, no dudemos en acudir a un profesional especializado para que resuelva todas nuestras dudas y establezca un diagnóstico en base a sus necesidades, recetando ciertos tratamientos si lo cree necesario. De la misma forma, desde Down Málaga recomendamos la aplicación de técnicas de estimulación cognitiva y la promoción de una vida activa, que ayudan a mantener la calidad del estado psicosocial sea cual sea la edad del paciente.