Estamos inmersos en un mundo cada vez más digitalizado, rodeados de pantallas como lo define la afamada psiquiatra Marian Rojas-Estapé, donde resulta prácticamente imposible vivir aislados del uso de las nuevas tecnologías de la información y, con ellas, de las redes sociales. A priori nacidas con el benévolo objetivo de conectar personas y facilitar la socialización, un mal uso de las mismas puede crear problemas a las personas usuarias como, por ejemplo, el aislamiento social cuando la actividad social se reduce a la interacción telemática. Para prevenir estos riesgos, hay que informar y formar a los nuevos usuarios antes de que se adentren de manera autónoma en las redes sociales.

En el caso de las personas con síndrome de Down, desde el punto de vista del equipo profesional que se dedica a trabajar en materia de TICs dentro del Servicio Integral de Autonomía e Independencia (SIAI) de Down Málaga, no se cree que haya una edad adecuada concreta para que a una persona con síndrome de Down se le permita acceder a las redes sociales, aunque sí se recomienda que lo fundamental es valorar previamente el grado de madurez y de responsabilidad que ha alcanzado esta persona. En Down Málaga se está trabajando cómodamente este aspecto con edades a partir de 20 años, lo cual no significa que se pueda contar con un acceso a redes sociales un poco antes.

Una vez que se considera que el nivel de madurez y responsabilidad del futuro usuario es óptimo para acceder a las redes sociales, este proceso debe desarrollarse a través de medidas que garanticen al máximo el éxito del mismo, como establecer un programa adecuado para el uso correcto de las redes sociales que permita disminuir los riesgos de una utilización inadecuada. Medidas encaminadas a minimizar los riesgos de utilizarlas, como la falta de seguridad y accesibilidad que pueda convertir a las personas con síndrome de Down usuarias de las redes en personas vulnerables, los contenidos no adaptados y el exceso de publicidad.

Otra cuestión importante a tener en cuenta es la implicación familiar para el control de acceso y para realizar un acompañamiento en los primeros momentos de utilización, y adelantarse a los posibles riesgos que pueden sufrir estas personas. A lo largo de la experiencia profesional de Down Málaga en este aspecto se ha observado que existe una relación directa entre un mal uso de las redes sociales con la falta de implicación familiar en el control y acompañamiento que se realiza sobre el mismo. Es por eso que desde Down Málaga insisten especialmente en este aspecto, que se ha convertido en un objetivo prioritario cuando se abordan estos procesos.

Por último, al mismo tiempo que se vayan dando los primeros pasos de estas personas con sus perfiles en redes sociales deben fomentarse otras vías de entretenimiento y de interacción social, evitando que las redes puedan convertirse en la única. Esta, que las redes sociales sean la única forma de interacción para algunas personas, es una de las problemáticas que se manifiestan en todas las plataformas, según el equipo de profesionales. Además, habrá que prestar atención a otras dos, que también son riesgos comunes a todas las redes sociales, y que son la desinformación que generan y el riesgo de interactuar con personas desconocidas con intenciones negativas.