El porqué de evitar el paternalismo excesivo hacia las personas con síndrome de Down

Las actitudes paternalistas y compasivas hacia las personas con cualquier tipo de discapacidad son comportamientos habituales que, lejos de ser beneficiosos para ellos, lo que consiguen es una merma de su autonomía y de su derecho a recibir un trato igualitario.

Pablo Pineda, el malagueño conocido internacionalmente por ser la primera persona con síndrome de Down en conseguir un título universitario, ha defendido en diversas ocasiones que hay acabar con el exceso de paternalismo. En una entrevista para el Diario Vasco, señalaba que se les debe considerar como “personas inteligentes, con un criterio y una opinión sobre la vida”. En concreto, indicaba que los padres, los profesores y la propia sociedad imponen los límites de su desarrollo, ya que son los que deciden lo que pueden aprender.

En este caso, ser una figura pública ayuda a poner en el debate público este tipo de asuntos, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las personas con síndrome de Down notan que la sociedad los trata como si fueran niños, incluso cuando son adultos. Este error tan común se produce de forma instantánea, como si fuera la manera natural de actuar frente a una persona con discapacidad, cuya consecuencia directa es la desigualdad.

Por tanto, el paternalismo hace referencia a la tendencia de aplicar una sobreprotección hacia este tipo de personas, dando la imagen de que son personas vulnerables a las que hay que proteger continuamente. Lo mismo ocurre con la infantilización, que puede generar inseguridades y, por tanto, dar lugar a un desarrollo más lento. Durante la vida adulta de las personas con síndrome de Down, muchas no son capaces de superar esa infantilización.

De hecho, esto no ocurre únicamente en las personas con discapacidad, ya que cualquier adulto que haya sido sobreprotegido e infantilizado a lo largo de su vida, tendrá serias dificultades para sobreponerse. En este sentido, lo que cabe destacar es que hacia las personas con discapacidad ese tipo de comportamientos tan poco beneficiosos se repiten de manera constante, convirtiéndose en un serio problema para su desarrollo personal.

En definitiva, las actitudes paternalistas y compasivas pueden llegar a ser realmente perjudiciales para un colectivo como el de las personas con síndrome de Down, ya que las coloca en un lugar inferior al resto de la sociedad mientras que deberían ser tratados de la misma manera. La solución, por tanto, pasa por romper los estereotipos y las barreras que la sociedad en su conjunto impone y convertir la igualdad y la integración social en la forma natural de actuación.