LA SALUD MENTAL EN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN

 

Muchas veces priorizamos la salud física antes que aquella relacionada con el ámbito psicológico, cuando esto no debería ser así. La salud mental es uno de los aspectos más importantes, por no decir el que más, en la vida del ser humano. Es la encargada de gestionar las emociones, la forma en la que nos sentimos y cómo nos afecta y repercute todo aquello que nos rodea. Por ello, podríamos definirla como el bienestar emocional, psicológico y social, pues esta determina la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando nos enfrentamos al día a día. Además de jugar un papel clave en la etapa adulta, mantenerla a raya en los primeros años de vida es fundamental para el correcto desarrollo del menor. Desde que nacemos comenzamos a tener sentimientos, y saber gestionarlos tiene una mayor importancia de la que se cree. No solo significa alcanzar los indicadores del desarrollo y emocionales, sino también aprender habilidades sociales saludables para vivir en sociedad y enseñarnos a hacer frente los problemas que puedan presentarse.

Factores biológicos, como los genes, experiencias vitales, antecedentes familiares o incluso nuestro estilo de vida, pueden poner en riesgo nuestra salud mental, derivando en diferentes patologías como la ansiedad o la depresión, que pueden llegar a tener gran importancia si no se les presta la atención suficiente.

Si cuidar la salud mental es sustancial para la población general, su importancia se ve notablemente incrementada en los casos de personas con algún tipo de diversidad funcional como puede ser el síndrome de Down. En ellas, puede ser complicado diagnosticar un trastorno de este tipo, ya que existe una dificultad clara en describir pensamientos y percepciones.  A su fragilidad psíquica se le suma su reducida capacidad para adaptarse, lo que facilita que los trastornos mentales vayan acompañados de una desorganización de la conducta o del pensamiento, que puede llegar a dificultar incluso al personal más capacitado la elaboración el diagnóstico pertinente.

Entre los principales trastornos mentales asociados al síndrome de Down destaca la depresión, que afecta a más del 20% de personas de este colectivo, que suele presentarse en forma de pérdidas de apetito o falta de motivación para realizar tareas que antes hacía. Otras patologías como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y el autismo también se incluyen en esta lista, y de no ser tratadas en su debido momento podría ocasionar serios efectos negativos en el paciente.

Definitivamente, y debido al gran abanico de posibilidades que se abre ante la salud mental de las personas con síndrome de Down, no existe un patrón general por el que podernos guiar para detectar si nuestro hijo está padeciendo de alguna de estas irregularidades. Una observación constante acompañado de una rápida actuación por parte de los padres hará que estas disminuyan su impacto. Por ello, es fundamental que si en algún momento percibimos algo que nos invite a pensar que nuestro hijo está atravesando un mal momento no dudemos en visitar a los expertos. Solo ellos están especializados en la salud mental y cuentan con los conocimientos suficientes para ofrecer un diagnóstico claro y ofrecer una solución.